Luego de la trilogía literaria de J.R.R.Tolkien y la adaptación cinematográfica de Peter Jackson, "El Señor de los Anillos" llega al escenario del Theatre Royal de Londres. Con un costo de 18 millones y medio de euros, el musical se convirtió en el más caro de la historia de West End, zona que concentra esa clase de obras en la capital británica.
Sin embargo, los productores ya fueron advertidos por contaminar ese mítico barrio teatral londinense debido a los singulares requerimientos técnicos de su puesta en escena.
La alta tecnología empleada para el escenario giratorio y los efectos especiales requieren tanta energía que el sistema de generación eléctrica del teatro, instalado en los años treinta, lógicamente no es suficiente. De modo que los productores, según el periódico, se vieron obligados a colocar en el exterior del edificio, un enorme generador diesel a fin de complementarlo al sistema del teatro y que, según la queja de algunos vecinos, no sólo contamina el aire sino que hace un ruido insoportable.
La obra, realizada por el director y guionista británico Matthew Warchus, tiene una duración de más de tres horas y cuenta con un elenco de cincuenta actores y diecinueve músicos en escena. Los hobbits están representados por actores que poseen una estatura máxima 1,65 metros.
La escenografía incluye las plateas en sus decorados y efectos especiales que consiguen simular la desaparición de Frodo cada vez que se coloca el anillo.
Una de las escenas más sorprendentes corresponde a la representación de una batalla en la que se logra recrear una secuencia en tres dimensiones, gracias a la proyección de imágenes en telas superpuestas.
Ante semejante despliegue técnico, un vocero del grupo ecologista ‘The Carbon Neutral Company‘ calculó que el generador -capaz de producir hasta 1 millón y medio de vatios- consume 50 litros de diesel por hora y emite, durante las tres horas del espectáculo, 395 kilos de dióxido de carbono. Esta cifra no incluye la energía que consume el sistema propio del teatro, que se utiliza para alimentar las luces y otros aparatos eléctricos.
El productor del musical, Kevin Wallace, dijo ser consciente del problema y prometió que buscará la forma de compensar las emisiones de dióxido de carbono generadas.
Aunque sabemos por anticipado que a pesar de estas buenas intenciones, nada podrá remediar el daño que provocan estas emisiones que suman su kilaje a a los millones de toneladas que diariamente se lanzan a la atmósfera en todo el mundo.
Sin embargo, los productores ya fueron advertidos por contaminar ese mítico barrio teatral londinense debido a los singulares requerimientos técnicos de su puesta en escena.
La alta tecnología empleada para el escenario giratorio y los efectos especiales requieren tanta energía que el sistema de generación eléctrica del teatro, instalado en los años treinta, lógicamente no es suficiente. De modo que los productores, según el periódico, se vieron obligados a colocar en el exterior del edificio, un enorme generador diesel a fin de complementarlo al sistema del teatro y que, según la queja de algunos vecinos, no sólo contamina el aire sino que hace un ruido insoportable.
La obra, realizada por el director y guionista británico Matthew Warchus, tiene una duración de más de tres horas y cuenta con un elenco de cincuenta actores y diecinueve músicos en escena. Los hobbits están representados por actores que poseen una estatura máxima 1,65 metros.
La escenografía incluye las plateas en sus decorados y efectos especiales que consiguen simular la desaparición de Frodo cada vez que se coloca el anillo.
Una de las escenas más sorprendentes corresponde a la representación de una batalla en la que se logra recrear una secuencia en tres dimensiones, gracias a la proyección de imágenes en telas superpuestas.
Ante semejante despliegue técnico, un vocero del grupo ecologista ‘The Carbon Neutral Company‘ calculó que el generador -capaz de producir hasta 1 millón y medio de vatios- consume 50 litros de diesel por hora y emite, durante las tres horas del espectáculo, 395 kilos de dióxido de carbono. Esta cifra no incluye la energía que consume el sistema propio del teatro, que se utiliza para alimentar las luces y otros aparatos eléctricos.
El productor del musical, Kevin Wallace, dijo ser consciente del problema y prometió que buscará la forma de compensar las emisiones de dióxido de carbono generadas.
Aunque sabemos por anticipado que a pesar de estas buenas intenciones, nada podrá remediar el daño que provocan estas emisiones que suman su kilaje a a los millones de toneladas que diariamente se lanzan a la atmósfera en todo el mundo.